Con la firma de una declaración de 95 puntos que ratifica el compromiso de fortalecer los vínculos existentes y aumentar la cooperación entre ambas regiones se realizó en Isla Margarita (Venezuela) la II Cumbre América del Sur-África (ASA). Catorce ámbitos fueron contemplados en el documento de 30 páginas que incluyó desde la promoción de la cooperación multilateral, la paz y la lucha contra la pobreza, hasta el fomento de la democracia, la agricultura, el deporte y la protección del ambiente. "Se trató de una iniciativa loable, cuyos objetivos son a muy largo plazo", afirmó Adolfo Salgueiro, jefe de la cátedra de Derecho Internacional de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab). "Pero en lo inmediato -agrega-, no pueden esperarse realizaciones importantes, salvo retórica y buenos propósitos, que fue lo que en definitiva ocurrió".
La reunión dejó, en efecto, solo enunciados generales como el reconocimiento sobre los efectos adversos del problema de la droga, de los peligros y consecuencias negativas de la 'piratería' o la importancia del agua como elemento esencial para la vida.
Asistencia plena
Para los organizadores, la Cumbre de Margarita fue un éxito en términos de asistencia: 61 de 74 países posibles enviaron delegaciones (más del doble de los que asistieron a la I Cumbre efectuada en Abuja, Nigeria, en 2006). La delegación colombiana estuvo encabezada por la vicecanciller Clemencia Forero. El presidente Álvaro Uribe no asistió porque no estaba prevista en su agenda, según fuentes del Gobierno. Una carpa instalada para alojar al y la presencia de 20 jefes de Estado de África junto a ocho de Latinoamérica contribuyó a darle mayor relevancia al encuentro, líder libio Muamar Gaddafi, el juego de fútbol que protagonizó el mandatario boliviano Evo Morales, y el fuerte despliegue de seguridad que acompañó al presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, alimentaron las notas de color de la Cumbre. Desde Cuba, el ex presidente Fidel Castro calificó de "cálida y fraternal" la reunión "donde se abordaron con gran franqueza los problemas del Tercer Mundo"; y el presidente Hugo Chávez "brilló y vibró".
Para Salgueiro, el mandatario venezolano supo sacar provecho político a un encuentro que no dejó ninguna realización concreta. Salvo por Venezuela, que firmó ocho instrumentos de cooperación energética y petrolera con Sudáfrica, Mauritania, Níger, Sierra Leona, Mali, Namibia, y la Organización Mundial para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para la producción de semillas, la integración no pasó del papel.
Controversia en la cumbre
La cumbre tampoco escapó de la controversia. La propuesta de las naciones africanas para condenar el pago por rescates a organizaciones terroristas desapareció misteriosamente de la declaración, lo que motivó un reclamo de la diplomacia argelina. Al final el apartado fue incorporado en el párrafo 26 junto a una iniciativa de Colombia para "condenar el terrorismo en todas sus formas y manifestaciones". El canciller venezolano Nicolás Maduro pidió en reiteradas oportunidades a los diplomáticos que renunciaran a sus derechos de palabra para conversar en privado las divergencias. Senegal llegó, incluso, a reclamar que el texto de la Declaración no estaba en manos de todas las delegaciones. Al final, las propuestas de mayor realce quedaron circunscritas a los discursos presidenciales y fuera de la declaración final. Así ocurrió con la idea de crear un organismo alterno a la Otan, planteada por Gaddafi, la condena al golpe de Estado en Honduras formulada por el presidente de Brasil Luiz Inácio 'Lula' Da Silva, y la iniciativa de construir un sistema financiero propio para los países del sur que sugirió el ecuatoriano Rafael Correa. La presencia en Margarita de Gaddafi, quien lleva 40 años gobernando Libia, y el apoyo moral y político que expresó Chávez a favor de Mugabe (con casi 30 años en el poder), generaron críticas contra lo que se consideró como una concesión al autoritarismo.
La Cumbre dejó también al descubierto las asimetrías entre África y Latinoamérica y puso sobre la balanza la validez, a ambos lados del Atlántico, de conceptos como la democracia y los derechos humanos. Tales principios fueron suscritos por el presidente de Mauritania, Mohamed Abdelaziz, quien llegó al poder hace un año tras dar un golpe de Estado, o el mandatario de Gambia, Yahya Jammeh, que amenazó con matar los activistas de derechos humanos tres días antes del inicio de la reunión.
Pero más allá de las contradicciones en cuanto a la naturaleza de sus dirigentes y su concepto de democracia, las metas que se proponen Suramérica y África "trascienden la forma de gobierno de sus países y son legítimas", sostiene el jefe de la cátedra de Derecho Internacional de la Ucab. Ambas regiones comparten un campo común de acción en instancias como la Organización Mundial de Comercio (OMC) para promover los intereses del tercer mundo frente a los países desarrollados.
El presidente 'Lula' destacó que el intercambio comercial birregional pasó de 6 mil millones a 36 mil millones de dólares en los últimos seis años. Pero este crecimiento obedece casi exclusivamente a Brasil, el único país suramericano con vocación africana. Para Salgueiro, lo único que se puede esperar en materia de integración África-Suramérica es "definir cuáles son los campos en los que puede haber cooperación y alcanzar alguna clase de entendimiento mínimo cultural para poder avanzar"
Fuente: Cambio.com.co
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La reunión dejó, en efecto, solo enunciados generales como el reconocimiento sobre los efectos adversos del problema de la droga, de los peligros y consecuencias negativas de la 'piratería' o la importancia del agua como elemento esencial para la vida.
Asistencia plena
Para los organizadores, la Cumbre de Margarita fue un éxito en términos de asistencia: 61 de 74 países posibles enviaron delegaciones (más del doble de los que asistieron a la I Cumbre efectuada en Abuja, Nigeria, en 2006). La delegación colombiana estuvo encabezada por la vicecanciller Clemencia Forero. El presidente Álvaro Uribe no asistió porque no estaba prevista en su agenda, según fuentes del Gobierno. Una carpa instalada para alojar al y la presencia de 20 jefes de Estado de África junto a ocho de Latinoamérica contribuyó a darle mayor relevancia al encuentro, líder libio Muamar Gaddafi, el juego de fútbol que protagonizó el mandatario boliviano Evo Morales, y el fuerte despliegue de seguridad que acompañó al presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, alimentaron las notas de color de la Cumbre. Desde Cuba, el ex presidente Fidel Castro calificó de "cálida y fraternal" la reunión "donde se abordaron con gran franqueza los problemas del Tercer Mundo"; y el presidente Hugo Chávez "brilló y vibró".
Para Salgueiro, el mandatario venezolano supo sacar provecho político a un encuentro que no dejó ninguna realización concreta. Salvo por Venezuela, que firmó ocho instrumentos de cooperación energética y petrolera con Sudáfrica, Mauritania, Níger, Sierra Leona, Mali, Namibia, y la Organización Mundial para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para la producción de semillas, la integración no pasó del papel.
Controversia en la cumbre
La cumbre tampoco escapó de la controversia. La propuesta de las naciones africanas para condenar el pago por rescates a organizaciones terroristas desapareció misteriosamente de la declaración, lo que motivó un reclamo de la diplomacia argelina. Al final el apartado fue incorporado en el párrafo 26 junto a una iniciativa de Colombia para "condenar el terrorismo en todas sus formas y manifestaciones". El canciller venezolano Nicolás Maduro pidió en reiteradas oportunidades a los diplomáticos que renunciaran a sus derechos de palabra para conversar en privado las divergencias. Senegal llegó, incluso, a reclamar que el texto de la Declaración no estaba en manos de todas las delegaciones. Al final, las propuestas de mayor realce quedaron circunscritas a los discursos presidenciales y fuera de la declaración final. Así ocurrió con la idea de crear un organismo alterno a la Otan, planteada por Gaddafi, la condena al golpe de Estado en Honduras formulada por el presidente de Brasil Luiz Inácio 'Lula' Da Silva, y la iniciativa de construir un sistema financiero propio para los países del sur que sugirió el ecuatoriano Rafael Correa. La presencia en Margarita de Gaddafi, quien lleva 40 años gobernando Libia, y el apoyo moral y político que expresó Chávez a favor de Mugabe (con casi 30 años en el poder), generaron críticas contra lo que se consideró como una concesión al autoritarismo.
La Cumbre dejó también al descubierto las asimetrías entre África y Latinoamérica y puso sobre la balanza la validez, a ambos lados del Atlántico, de conceptos como la democracia y los derechos humanos. Tales principios fueron suscritos por el presidente de Mauritania, Mohamed Abdelaziz, quien llegó al poder hace un año tras dar un golpe de Estado, o el mandatario de Gambia, Yahya Jammeh, que amenazó con matar los activistas de derechos humanos tres días antes del inicio de la reunión.
Pero más allá de las contradicciones en cuanto a la naturaleza de sus dirigentes y su concepto de democracia, las metas que se proponen Suramérica y África "trascienden la forma de gobierno de sus países y son legítimas", sostiene el jefe de la cátedra de Derecho Internacional de la Ucab. Ambas regiones comparten un campo común de acción en instancias como la Organización Mundial de Comercio (OMC) para promover los intereses del tercer mundo frente a los países desarrollados.
El presidente 'Lula' destacó que el intercambio comercial birregional pasó de 6 mil millones a 36 mil millones de dólares en los últimos seis años. Pero este crecimiento obedece casi exclusivamente a Brasil, el único país suramericano con vocación africana. Para Salgueiro, lo único que se puede esperar en materia de integración África-Suramérica es "definir cuáles son los campos en los que puede haber cooperación y alcanzar alguna clase de entendimiento mínimo cultural para poder avanzar"
Fuente: Cambio.com.co