viernes, 15 de abril de 2011

Estados Unidos más homosexual

• 9 millones de estadounidenses se declaran homosexuales o bisexuales

Las conclusiones de un estudio demográfico en EEUU aún reflejan que existe mucho inseguridad a la hora de declarar la orientación sexual

Con el objetivo de ejercer mayor presión sobre los políticos y avanzar en el bienestar social de los homosexuales, un demógrafo de California ha estimado que más de 9 millones de estadounidenses son homosexuales o bisexuales, un número superior a la población de toda Catalunya.

Gary Gates, que estudia la demografía de la comunidad gay en el Instituto Williams de la Facultad de Derecho de UCLA, apunta en un informe que cerca de 3,5% de los estadounidenses se identifican en las encuestas como homosexuales o bisexuales.

Gates ha llegado a estas cifras después de realizar una cálculo en función de los resultados de cinco encuestas realizadas en EEUU entre 2004 y 2009. En estas encuestas la cifra de personas que se declararon homosexuales o bisexuales variaba ampliamente, desde un mínimo de 1,7% a un máximo de 5,6%.

Este investigador asegura que estas encuestas aún son poco fiables, ya que históricamente existe temor a la hora de declarar una orientación sexual, además de que generalmente sólo se pregunta sobre la orientación de las personas en encuestas relacionadas con la salud. "Solo cuando sea habitual en las encuestas preguntar sobre la orientación sexual y resulte natural responder a esta pregunta se conseguirán datos más precisos", asegura.

"El número importa", apunta este investigador. "Desgraciadamente en nuestra sociedad no cuentas si no eres enumerado y los homosexuales aún tienen que hacerse más visibles. Esto da argumentos a los políticos para señalar que la comunidad gay realmente no importa mucho, porque si lo hiciera, habría datos más precisos sobre su población", concluye.

Las estimaciones del tamaño de la comunidad homosexual sigue siendo difícil de calcular cuatro décadas después de que el movimiento activista gay naciera a raíz de los disturbios de Stonewall en Nueva York durante el verano de 1969, según publica The Washington Post. **



• La enrevesada geografía de las bodas homosexuales en EEUU

Cada estado decide si permite o no el matrimonio entre gays

Ser gay y casarse en Estados Unidos puede ser una ceremonia sencilla y aceptada, un papeleo administrativo intrascendente o casi un crimen. Depende de donde vivas. El matrimonio homosexual no está permitido a nivel federal pero varios estados han tomado la delantera y legalizado las uniones del mismo sexo; otros reconocen los matrimonios de sus vecinos, mientras que la gran mayoría lo sigue considerando totalmente tabú.

La reciente decisión de Barack Obama de dejar que los estados decidan promete reabrir las batallas legales que hasta ahora han definido el debate. Hace una semana, el presidente estadounidense ordenó a los abogados del Departamento de Justicia que dejaran de defender en los tribunales una cláusula del Acto de Defensa al Matrimonio (DOMA, por sus siglas en inglés), aprobada por Bill Clinton en 1996, que prohíbe las bodas gays. La Casa Blanca dictaminó que la provisión era inconstitucional por ser discriminatoria.

Las bodas entre homosexuales están prohibidas en gran parte de la nación y sólo son legales en el Distrito de Columbia (donde está Washington, la capital) y cinco estados: Connecticut, Massachusetts, Iowa, New Hampshire y Vermont. Maryland está a punto de aceptarlas. Nueva York y Rhode Island reconocen los matrimonios de otros estados. California, Colorado, Hawaii, Maine, Nevada, Oregon, Wisconsin, Ilinois y Washington (el estado) han creado uniones legales que ofrecen una gama variada de derechos y responsabilidades.

En el resto de los estados, sobre todo en el sur, el panorama es muy distinto. Florida lo prohíbe pero Miami (gran centro de vacaciones gay) ofrece facilidades legales a las uniones del mismo sexo.

Texas no sólo lo prohíbe: una reciente iniciativa del partido republicano local quería declarar ilegal el sexo oral y anal y meter en la cárcel a los que realizaran bodas homosexuales, pese a no estar permitidas. Otros, como Alabama, Luisiana o Arizona, han llegado hasta los tribunales para mantener la prohibición.

Cambio cultural

"Hasta ahora el Gobierno federal pensaba que discriminar a gays y lesbianas era casi normal", dice James Esseks, de la Asociación en Defensa de las Libertades Civiles. Esseks cree que la decisión del Gobierno supone "reconocer que necesita una buena razón para tratar a los gays de forma distinta".

El reciente cambio de postura de la Casa Blanca se debe también a un cambio cultural lento y paulatino en Estados Unidos a favor de las uniones homosexuales, pese a la reciente ola conservadora de las pasadas elecciones legislativas de noviembre. "No es un tema tan tabú socialmente como lo eran durante la era Clinton", dice Andrew Kohut, presidente del centro de análisis Pew Research, en Washington. "Los tiempos han cambiado", añade, hasta el punto de que los republicanos no pusieron el grito en el cielo cuando Obama anunció su decisión. En 1996, tan sólo 27% de los estadounidenses aprobaban las bodas gays, ahora ya son 42%.

Esta nueva postura del Gobierno ya ha tenido una primera consecuencia: la fiscal del estado de California, Kamala D. Harris, pidió esta semana a un tribunal de apelaciones local que autorizara los matrimonios del mismo sexo en California mientras resolvía el contencioso de la llamada Proposición 8.

La norma, que sólo considera matrimonios entre hombre y mujer, se aprobó en 2008, por votación popular, después de que el estado permitiera las bodas gays durante dos meses. Las 18.000 parejas que se casaron entonces fueron reconocidas por California y los que no llegaron a tiempo esperan ahora que la decisión de Obama les devuelva sus derechos. **




* Fuente: Publico.es
**Fuente: Publico.es
Autor: Isabel Piquer / New York. Corresponsal
Fotografía: Gráfica. Histórico apoyo de la sociedad norteamericana al matrimonio gay / Ensentidocontrario.com




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jueves, 7 de abril de 2011

La catástrofe de Japón pone a prueba la fe en Dios

La tierra tiembla, una enorme marea se cierne sobre el país. El número de muertos, heridos y desaparecidos aún no está claro y tampoco es posible todavía tener una idea cierta de la magnitud del accidente nuclear.

Estos sucesos de tinte apocalíptico en Japón llevan a una de las grandes preguntas que ocupa a la humanidad desde que existen las religiones: ¿Por qué sufren las personas?

En especial, las religiones monoteístas se preguntan: ¿Por qué un Dios que es considerado bondadoso hace sufrir a los inocentes con este tipo de catástrofes?

Generaciones de pensadores se ocuparon de este dilema sin solución. El Nuevo Testamento, sobre todo, habla de un Dios amoroso, sin que por eso no haya desgracias que afectan justamente a los inocentes. El filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716) llegó a una conclusión en su obra “Teodicea” de 1710: el mundo en el que vivimos es el mejor de los mundos posibles. Y este mundo también tiene el potencial de mejorar.

Y entonces, en 1755, tembló la tierra en Portugal. Lisboa quedó casi completamente destruída, murieron unas 100.000 personas y también hubo un tsunami.

La catástrofe conmocionó a toda Europa. La inmensa violencia de la naturaleza, el gran número de muertos, el infierno en la ciudad destruída, que ardió en llamas debido a las velas encendidas de los templos que fueron derribados, todo era tan difícil de entender que el mundo ya no era bueno y bello y Dios ya no podía ser considerado justo.

El filósofo francés Voltaire escribió profundamente resignado en una carta a un amigo que el terremoto de Lisboa fue “un cruel ejemplo de filosofía natural”. “Nos resultará difícil descubrir cómo operan las leyes del movimiento durante esos terribles desastres en el mejor de todos los mundos posibles; cuando cien mil hormigas, nuestros vecinos, son aplastadas en un solo segundo en nuestros hormigueros (…) y mueren con una agonía sin duda inexpresable, bajo escombros de los que ha sido imposible sacarlos (…) ¡La vida es un juego de azar!”.

El terremoto de Lisboa tuvo gran influencia tanto en la filosofía, la literatura como en la teología, como notó también más tarde el escritor alemán Johann Wolfgang Goethe: “Quizá nunca antes el demonio del horror propagó tan rápido y con tanta fuerza por el mundo sus estremecimientos”.

El profesor de teología alemán Klaus Bieberstein afirma que desde hace miles de años hay distintos modelos que intentan explicar por qué sufren los inocentes. En el Antiguo Oriente, por ejemplo, se consideraba que aunque uno no haya hecho nada malo, se es castigado por culpa de los antepasados y por los errores que cometieron. Sin embargo, el profeta Ezequiel del Antiguo Testamento lo rechaza: Dios da la posibilidad de empezar de nuevo.

Ezequiel también se opone a la idea de que el individuo es inocente pero debe sufrir en representación del resto de una sociedad pecadora. “Ezequiel rechaza esto: Dios no traslada culpas de A a B”, explica Bieberstein. Sin embargo, fue el primer cristianismo el que asumió la idea de que Jesús murió en la cruz por los pecados del resto de la humanidad.

Otros se preguntan en qué medida se concilian las ideas del mal en el mundo con un Dios todopoderoso. ¿Creó también él el mal? ¿Logró limitar el caos al crear el mundo y sigue luchando contra el caos? Otro modelo, según Bieberstein, traslada la pregunta de la justicia de Dios al más allá: si bien el mundo produce víctimas, Dios no permitirá que venza el mal.

El sacerdote evangélico Werner Thiede, que enseña teología en la Universidad de Erlangen-Nuremberg, entiende que con las catástrofes se eleven este tipo de preguntas que cuestionan el sentido del sufrimiento. Sin embargo, Thiede apunta que el cristianismo no habla de un Dios que gobierna sobre todo. “Cuando en el Padrenuestro decimos ‘venga a nosotros tu reino’, eso quiere decir que el dominio de Dios aún no es completo”.




Fuente: Noticias24.com /dpa
Autor: Kathrin Zeilmann
Fotografía: Toru Yamanaka / AFP Photo



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